La presión psicológica que deben enfrentar los chicos en el retorno a sus estudios es un factor que debe ser tomado en cuenta, sobre todo por los padres, para alertar cambios emocionales que sean indicios de abuso escolar.
En el transcurso de la primera semana de septiembre todos los planteles educativos, privados y particulares, se han integrado a sus labores en el nuevo año escolar del régimen Sierra y Amazonía. Los padres de familia deberán estar pendientes del comportamiento de los jóvenes para detectar cualquier alteración emocional.
Según datos del Ministerio de Educación, en el transcurso de enero a diciembre de 2022, se documentaron alrededor de 600 incidentes de abuso escolar a escala nacional, siendo los niños de 8 a 14 años quienes representaron el grupo más afectado, abarcando el 50,25% de los casos reportados. Estos números resaltan la urgencia de que se fomente la confianza y el diálogo, para garantizar la seguridad psicológica y física de los hijos.
La tensión de los días iniciales de escuela se magnifica cuando los menores han sido cambiados de establecimiento. La falta de un grupo de amigos o entorno social, deja la sensación de estar desprotegidos. Este panorama alimenta las condiciones negativas para lanzar bromas de mal gusto al ‘nuevo de la clase’, por parte de los compañeros. El estrés generado por este motivo puede ocasionar deserción escolar. De allí, la importancia de que se propicie una conversación en la cual se pueda inferir las cosas relevantes de la jornada.
La doctora Lorena Merino, especialista en psicología clínica del Hospital de los Valles, destaca que la piedra angular en la prevención de los problemas de acoso escolar radica en cultivar un entorno familiar saludable para los niños. Este espacio les dotará de las herramientas esenciales para desarrollar habilidades de respuesta ante diversas circunstancias. “Cuando los padres dan una crianza a sus hijos con un cierto grado de autonomía e independencia, les permiten tener estrategias de defensa frente a cualquier dificultad que se les presente en la vida”.
Así, también advierte la psicóloga que, si un niño crece en un ambiente familiar sobreprotector, donde no les permitan desarrollar la autodefensa, corren el riesgo de convertirse en víctimas de intimidación. En estos acontecimientos, es importante que predomine la comunicación, puesto que uno de los graves problemas del bullying es que los infantes se quedan en silencio. “Todo cambio evidenciable en la sintomatología del niño es una alerta de que está atravesando algún quiebre emocional”, acota la especialista, y señala algunos de los síntomas de alerta:
· Cambio significativo en la mirada del niño/a.
· Cambios de humor.
· Depresión y ansiedad.
· Pérdida de apetito.
· Dificultad para dormir.
· Dolores de cabeza o estómago.
· Sin ánimos de ir a la escuela, lo que representa un bajo rendimiento académico.
· Evitan relacionarse con otras personas, prefieren la soledad.
Merino resalta que es fundamental que los padres e hijos cuenten con espacios de diálogo, donde puedan compartir sus pensamientos y como familia fortalezcan la confianza y la comunicación.
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