No solo imponen el look veraniego, sino que son un artículo de protección. La salud visual se afecta con los cambios ambientales. Algunas alteraciones van de leves a severas. Un experto ubica la escala de prioridades, al momento de adquirirlas.
La llegada del verano presenta condiciones que deben ser tomadas en cuenta para resguardar la visión. La primera es el aumento de la radiación ultravioleta, que origina múltiples afecciones, la resequedad ocular es una de ellas. Entre los síntomas que la delatan están el enrojecimiento de los ojos, incremento del parpadeo y agudeza visual fluctuante (en ocasiones se logra ver perfectamente y en otras, no). Puede controlarse fácilmente, y en casa, con el uso de lágrimas artificiales, que deben ser aplicadas al menos tres veces al día.
Estos lubricantes son de venta libre. Óscar Delgado, optómetra de Óptica Colors, recomienda dejar este medicamento en refrigeración. El objetivo es que adquiera una consistencia más viscosa. Con ello, su efecto y alivio será más prolongado. El descuido ocasionará daños de mayor proporción, como problemas en la córnea, cataratas (opacidad del cristalino) y, en última instancia, degeneración macular. Sin embargo, aclara que, si bien el sol es la mayor fuente de rayos UV, no es la única. Las luces led y las que emiten las pantallas de los dispositivos electrónicos, también lo son. Entonces, el riesgo se multiplica.
El uso de gafas es el mejor recurso de prevención, sobre todo si las actividades cotidianas se cumplen al aire libre. Lo importante es la garantía de que tienen filtro UV. El proveedor de confianza debe entregar toda la información. Existen cinco clases, que van de cero (la de menor grado) a cuatro (máxima protección). Cada una de ellas responde a necesidades puntuales. Las de mayor intensidad sirven para la práctica deportiva, como ascender a un nevado o actividades en el agua. En cambio, las de graduación cero se usan –incluso– para conducir en la noche; y, las de dos a tres para actividades exteriores en la ciudad.
Otro filtro de gran ayuda es el polarizado. Este organiza la entrada de luz y consigue desaparecer los reflejos que se forman a lo lejos, semejando un espejo de agua en la carretera, por ejemplo. Las gafas que se expenden en el mercado pueden venir con UV o con UV más polarización.
También se comercializa en tiendas especializadas aquellas denominadas espejadas. Son muy utilizadas por deportistas de alto rendimiento, como ciclistas, que requieren eliminar cualquier distracción de su campo visual. En la cara interna están provistas de un filtro UV y en la externa de espejado.
Finalmente, en el último año, apareció el filtro drive safe. Su principal característica es la regulación de la intensidad lumínica, dando una mayor comodidad al momento de conducir. Los principales usuarios son personas con defectos visuales altos (miopía de tres o cuatro dioptrías y un astigmatismo por encima de dos dioptrías) o fotofobia (intolerancia a la claridad).
Además, un factor que debe ser considerado es el color. No todas las tonalidades sirven para todas las actividades. Las de gama amarilla o naranja están recomendadas para conducir en un atardecer. Entre sus virtudes están: relajar la visión, mejorar la visibilidad de los autos que tienen sus luces encendidas e intensificar el contraste. En la playa o para días muy soleados, los cristales café o gris obscuro (negras) son la mejor opción.
El experto puntualiza que este artículo es de uso personal. El tamaño de las lunas y su curvatura originan un proceso térmico en los ojos. Esto abre la posibilidad de crear un medio propicio para el florecimiento de virus o bacterias. Potencialmente, pueden contagiarse enfermedades como la conjuntivitis. De allí, que es adecuado lavarlo tres veces por semana, con agua y jabón de tocador. Hay que poner énfasis en la limpieza del puente del armazón. Allí se acumula sudor, maquillaje o bloqueador solar.
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