La hipersensibilidad auditiva es la intolerancia a los sonidos cotidianos. El tratamiento incluye la aplicación de un audífono, de seis a ocho horas diarias, por un período de 12 a 18 meses. El asesoramiento conductual ayuda a los pacientes a manejar la ansiedad.
La hipersensibilidad auditiva, también conocida como hiperacusia, es la intolerancia a la mayoría de sonidos. Aquellos del entorno, las voces de las personas o el roce de la ropa, pueden convertirse en un problema para quienes padecen de esta condición de salud.
Yaicar Mora, fonoaudióloga de la Clínica Andes Visión, explica que cada individuo experimenta la hiperacusia de manera diferente. En ciertos casos, hay mayor sensibilidad o irritación con los sonidos muy suaves y cotidianos. También puede presentarse el tinnitus (percepción de un ruido o zumbido en los oídos).
Según diversos estudios internacionales, la hipersensibilidad auditiva puede afectar a uno de cada 50 000 adultos. Sin embargo, los expertos consideran que la cifra real podría ser mucho mayor, porque no todos buscan tratamiento.
La hiperacusia puede ocasionar varios efectos negativos, como afectaciones en el sueño y en la capacidad de concentración. Mora afirma que, “en algunos casos, el problema incomoda, a tal punto, que la persona prefiere aislarse de su entorno social, porque las voces y los sonidos más comunes le causan molestia. Asimismo, esta patología puede ocasionar un importante desgaste emocional y psicológico, con episodios de depresión, ansiedad, estrés o ataques de pánico”.
¿Cómo ayuda la tecnología a tratar esta dolencia? Al paciente, primero, se le realiza un examen fonoaudiológico, que verifica el nivel auditivo y el funcionamiento del oído. En este, se ejecutan evaluaciones subjetivas y objetivas con un equipamiento médico especializado para lograr un diagnóstico correcto. Las subjetivas implican la intervención del paciente ante estímulos auditivos y las objetivas el correcto funcionamiento del órgano auditivo.
Para realizar la audiometría es necesario que, previamente, haya un reposo auditivo de mínimo ocho horas. El proceso se inicia con una anamnesis (breve entrevista), después se realiza la otoscopia, que permite evaluar el estado del conducto auditivo externo y la membrana timpánica.
El procedimiento de la Clínica Andes Visión se realiza con la ayuda del audiómetro, un instrumento electrónico que emite tonos (pitos) de diferente intensidad y frecuencia, que llegan al paciente a través de unos auriculares colocados en ambos oídos. El enfermo debe hacer una señal cada vez que escuche un tono nuevo. También se utiliza el impedanciómetro, que registra el funcionamiento del oído medio ante un estímulo sonoro, así como la movilidad e integridad de la membrana timpánica y la continuidad de la cadena osicular (martillo, estribo y yunque).
Ambos equipos son utilizados para ubicar alguna patología en el sistema auditivo. Las mediciones se realizan, según la intensidad del tono (decibelios), desde -10 dB hasta 120 dB y la frecuencia (hertzios), desde 125 Hz a 8 000 Hz. Con algunos modelos también se puede evaluar altas frecuencias, hasta los 20 000 Hz. Un tercer examen es el umbral de disconfort, la intensidad máxima de sonido que puede soportar un paciente, que identifica si padece de hipersensibilidad auditiva y el grado de severidad.
Mora recalca que aún no hay un tratamiento específico para esta condición. Sin embargo, existen alternativas para reducir la sensibilidad a los sonidos. El tratamiento que ha demostrado ser el más efectivo es el de la terapia de sonido y reeducación auditiva, cuyo propósito es la desensibilización acústica del paciente y asesoramiento conductual. Este permite que los pacientes puedan manejar la ansiedad y los miedos asociados al trastorno, con ello logran mejorar su calidad de vida.
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